- Diversa Ediciones
La supervivencia del ser humano no depende del uso de animales
Óscar L. Sánchez nos habla en esta entrevista sobre veganismo y sobre su libro, Diario de un activista (vegano)

¿Te has preguntado alguna vez qué es el veganismo? El veganismo es comprender que existe una injusticia y rechazarla. Convivimos con perros y gatos, pero ¿cuál es en realidad nuestra relación con la mayoría de animales? Lo más habitual es que nos los comamos o los usemos para vestirnos, que compremos productos cosméticos que han sido testados en ellos, montemos a caballo o vayamos a zoos, acuarios... La sociedad ha normalizado tanto el uso de animales no humanos para nuestro beneficio que no los vemos como víctimas de ninguna injusticia, pero ¿el uso que hacemos de ellos es un acto moralmente aceptable?
En su libro, Diario de un activista (vegano), Óscar L. Sánchez nos propone reflexionar sobre la relación que tenemos con los animales no humanos y además nos muestra, desde dentro, cómo son las vigilias, cubos, rescates o irrupciones, para conocer en primera persona algunas de las acciones que llevan a cabo los activistas por la liberación animal. De todo ello hablamos en esta entrevista.

¿Cómo explicarías de forma sencilla qué es el veganismo?
El veganismo es el rechazo de la explotación animal, ni más ni menos. Es simplemente ver esa explotación como una injusticia, y nuestra mínima moral es la de no participar en ella. Hay muchos tipos de explotación animal, los más comunes y conocidos son los de consumo, vestimenta, entretenimiento, transporte, experimentación, servicios, caza…, y todos ellos son rechazables porque son innecesarios para el ser humano. La supervivencia del ser humano no depende del uso de animales. El veganismo se podría resumir en eso: el rechazo total y absoluto a todo tipo de explotación animal, a todo tipo de uso para sacar un beneficio de los animales.
Mucha gente dice que ser vegano está de moda, ¿crees que puede considerarse una moda?
No, no; para nada. Se podría decir que el veganismo es un movimiento revolucionario, ético, político; y además se acuñó el término «veganismo» en 1944, o sea, hace más de 70 años, por Donald Waltson. Este creó con otros compañeros la Vegan Society, para diferenciarse de lo que eran personas que llevaban una dieta 100% vegetal pero que no pasaban de lo que era su alimentación a otro tipo de rechazo de uso de animales, como por ejemplo la vestimenta, la experimentación, el transporte, etc. No se puede hablar de moda cuando estamos hablando de algo que ya nació hace tantísimo tiempo. Sí que es verdad que el auge de las redes sociales ha ayudado a dar una visibilidad a algo que es totalmente opaco, por el sistema y por una estructura sistemática e interesada en beneficio del ser humano para aprovecharnos de los animales. Y esa visibilidad lo que ha conllevado es que la gente pueda entender algo que antes desconocía.
El veganismo se podría resumir en eso: el rechazo total y absoluto a todo tipo de explotación animal.
¿Cómo se convierte un vegano en un vegano activista?
Supongo que habrá casos y casos. En el mío la verdad es que tardé pocos días en entender que ser vegano no era suficiente, porque el no participar en una injusticia está muy bien como primer paso, en este caso para ayudar a los animales, hablando de la injusticia de la explotación animal, pero cuando en una sociedad la mayoría de ella contribuye, participa, apoya y financia esa explotación, es necesario que la minoría explique y exponga esa problemática. Para que esa minoría poco a poco se vaya convirtiendo en una mayoría, y que esa mayoría se vaya convirtiendo poco a poco en una minoría. Es una cuestión de reequilibrar. Pero sobre todo es entendiendo que el veganismo por sí solo no puede ayudar a los animales. Y siempre digo una frase que creo que puede resumir mucho la respuesta a esta pregunta, y es: «Veganismo para respetar a los animales y activismo para ayudarlos de verdad».

¿Cómo surge la idea de escribir Diario de un activista (vegano)?
Pues Diario de un activista nace por una idea de la compañera Mirari Bueno, que me propuso tener un pequeño espacio radiofónico mensual en donde explicara de una manera original mis experiencias haciendo activismo por los animales. Entonces le pusimos como nombre a la sección «Diario de un activista» y comencé a escribir textos temáticos hablando de diferentes tipos de actividades en favor de los animales. Un día que coincidí con los editores de Diversa, hablando de proyectos que teníamos sobre la mesa en ese momento, les comenté esto, que estaba escribiendo textos…, y la conversación llevó a hacerles llegar esos textos para ver si podían ser interesantes para escribir un libro. Y parece ser que a la editorial le gustó. Al poquito quedamos para cenar, hicimos una cena-reunión, la primera de muchas para hablar sobre el libro, y ahí se concretó todo.
¿A quién va dirigido el libro?
Cuando empecé a pensar en cómo estructurar, en cómo ordenar el libro cuando me hice ese planning de ideas, tenía muy claro que tenía que estar enfocado de la forma en la yo que creo que mejor puedo hacerlo, que es como si estuviera hablando con alguien, explicándole lo que es la explotación animal y lo que su día a día implica con respecto a los animales. El libro va dirigido a la gente que no es vegana, lo que quiero es que la gente no vegana haga una autoreflexión, se autocuestione sobre su día a día y entienda que lo correcto es, si realmente quiere respetar a los animales y quiere el bien de los animales, que deje de tener esos hábitos y esas costumbres, como yo tenía en su día. ¿La manera de que llegue a la gente no vegana? Creo que no llegaría o llegará de una manera directa a ellos y a ellas, salvo que se trate de personas que ya estén en una cierta transición o tengan una cierta preocupación y se estén interesando por el veganismo en sí, que entonces sí que les podría interesar la portada del libro como para decir: «Lo voy a comprar y me lo voy a leer». Para la mayoría de casos, creo que el libro debe interesarle de manera directa a la gente vegana para ellos después, viendo que les gusta y que está expresado de una manera sencilla y entendible para la gente no vegana, puedan recomendarlo a su entorno más cercano: familiares, amistades, compañeros y compañeras de trabajo o de clase… Entonces el libro está destinado y tiene como objetivo llegar a la gente no vegana para que se haga vegana. Eso es realmente para lo que está dedicado el libro.
Lo que quiero es que la gente no vegana haga una autoreflexión, se autocuestione sobre su día a día.
El libro es un ensayo, pero incluye algunos diarios, ¿qué nos puedes contar sobre ellos?
Los diarios forman parte de la estructura que ideé para escribir el libro: la idea era que el ensayo estuviera intercalado con los diarios. En los diarios cuento lo que son mis reflexiones, mis pensamientos, mis sensaciones dentro de las diferentes actividades que he estado realizando y que realizo. Lo hago de una manera, o intento hacerlo de una manera un poquito más original, no como ensayo, sino girando más a lo poético, si se pudiera decir así (que para nada es poético, por supuesto), pero es como más emotivo, algo mucho más emocional. Ya digo que son sensaciones, sentimientos… Se habla de vigilias, que es con animales que sabes que en pocos minutos o pocas horas van a morir; activismo callejero, muy propio de mí en los últimos años; activismo en el santuario; diferentes tipos de protestas… Y la verdad es que creo que para gente vegana que está iniciándose y que todavía no se ha adentrado mucho en el activismo o no se ha adentrado digamos en el mundo antiespecista haciendo activismo, le puede resultar bastante curioso y llamativo, pero sobre todo para la gente no vegana, entender cómo realmente se puede ayudar a los animales de una manera efectiva creo que es algo bastante productivo y eficaz.

Como activista, ¿qué acciones de las que incluyes en los diarios consideras más interesantes o que puedan tener más impacto?
Para mí la más eficaz, la que podría ser más interesante, es el Cubo. Todo lo que tenga que ver con charlas, outreach, como se dice en término anglosajón, y que sea de una manera sobre todo directa, que es como se hace en el Cubo. Se trata de hablar con gente que no conoces, les explicas qué es la explotación animal, lo enfocas de una manera en la que puedan compartir todo lo que tú explicas y que se sientan identificados o identificadas de un modo empático, explicándoles por ejemplo cómo yo antes estaba equivocado y decía posiblemente las mismas cosas que esa persona o esas personas me están diciendo en ese preciso momento. Creo que es muy efectivo, porque al tratarse de una conversación personalizada e individualizada es mucho más fácil hacerle comprender a alguien que no está haciendo las cosas como creía, lo que decimos y llamamos «disonancia cognitiva», creer que está a favor de una cosa cuando en realidad sus actos demuestran todo lo contrario. ¿Impactante? Yo creo que, como impactante, las vigilias son muy impactantes. Yo nunca olvidaré la primera vigilia que hice, cómo volví a casa, totalmente consternado. El hecho de ponerte delante de un animal que sabes que en muy poquito tiempo, de ese día o de esa noche no va a pasar, que un cuchillo va a atravesar su cuello, impacta muchísimo. Impacta muchísimo. Y si encima tienes la oportunidad de ver el interior del matadero, impacta muchísimo más. Yo creo que es la manera de hacer activismo y de dar visibilidad a la parte más cruel, seguro, de lo que es la explotación animal, porque es poner fin a la vida de un animal, de un ser sintiente que quiere vivir, que no quiere morir, que no quiere subirse a ese camión, que luego no se quiere bajar del camión, que no quiere pasar por ese pasillo, que no quiere ir hacia donde sus semejantes están llorando y están sangrando… Entonces la acción más interesante, la más eficaz, posiblemente sería el Cubo; y la más impactante, posiblemente las vigilias.
Nunca olvidaré la primera vigilia que hice, cómo volví a casa, totalmente consternado. El hecho de ponerte delante de un animal que sabes que en muy poquito tiempo, de ese día o de esa noche no va a pasar, que un cuchillo va a atravesar su cuello, impacta muchísimo.
¿Qué le dirías a alguien que no sea vegano y pueda tener ciertas reticencias a leer un libro como este?
Posiblemente esas reticencias sean por miedo a que sienta que debe cambiar, y los cambios en el ser humano siempre producen inseguridad, desconfianza… Entonces, yo, por lo que he podido estar hablando con gente no vegana en estos años haciendo activismo, creo que es más el respeto que le produce el hecho del cambio; todos estamos muy acomodados en el trono de los privilegios de especie, y salir de ese espacio de confort puede parecer difícil, y sobre todo cuando te plantean: «Léete esto y verás que tienes que hacer el cambio». Es complicado. Quizás una mejor manera de poder decirle a una persona no vegana que se lea el libro es diciéndole simplemente: «Léete este libro y podrás entender cosas que hasta ahora no te habían podido explicar o tú no habías tenido la oportunidad de tener acceso a toda esa información». Al final es conseguir invitar a esa persona a que acepte una autoreflexión. Autocuestionarnos yo creo que debe ser siempre un ejercicio que debemos hacer en la vida en general, para muchísimas facetas, y la de nuestra relación con los animales sería una más.

Este es un libro solidario con El Hogar Animal Sanctuary, ¿por qué elegiste este santuario para donar tus beneficios como autor?
Parto de la base que creo que es totalmente necesario que un activista vegano y antiespecista colabore y ayude a los santuarios, de una forma o de otra, económica, física, como sea. El Hogar fue el primer santuario que yo pisé. Fue el primer santuario que yo pude ver desde dentro, los primeros animales rescatados de la explotación que yo pude abrazar, besar, mimar, fueron los de El Hogar Animal Sanctuary hace más de cuatro años. Y desde entonces, en mayor o menor medida he estado vinculado al santuario; fui coordinador durante un año de un departamento, ahora coordino varios departamentos…, y para mí El Hogar es mi hogar. No concebía, no podía pensar en escribir un libro que no fuera, por mi parte, totalmente benéfico para un santuario. Y mi santuario es El Hogar. (En la última foto, el autor con Greta, en El Hogar / imagen de Lucia Albano).
Esta entrevista con Óscar L. Sáncez, autor del libro Diario de un activista (vegano), también disponible en nuestro canal de YouTube: